viernes, 10 de abril de 2009

Las raices del odio en la ideologia sionista



articulo de Salim Nazzal.....

Las raíces del odio en la ideología sionista(I)

Naturalmente esto plantea la inevitable cuestión de tratar de comprender las condiciones sociopolíticas que permitieron que esta ideología surja en este momento, teniendo en cuenta que los factores sociológicos son fenómenos complejos que no nacen de la noche a la mañana, sino que forman un proceso dinámico que se construye con el tiempo.
Éste será mi punto de partida para profundizar hasta llegar a las raíces del fascismo en el pensamiento sionista.
MJ Rosenberg, director de análisis político del Foro de política israelí, ha observado que el Estado de Israel se ha estado moviendo hacia la derecha durante años. 30 años después de su creación, se eligió a un partido de derecha en las elecciones de 1977. (Los Angeles Times, 11 de febrero de 2009). Rosenberg no se da cuenta, no obstante, de cómo se podría explicar el fenómeno del crecimiento de la extrema derecha, que ha llegado al cénit con el hecho de que el partido fascista de Lieberman se ha convertido en la segunda fuerza política de extrema derecha del país, teniendo en cuenta que Kadima sólo es un rama de la derecha del partido Likud.
Según un palestino experto en asuntos israelíes, los niveles de delincuencia en la sociedad israelí han aumentado dramáticamente en los últimos años porque los soldados, que regularmente asesinan a palestinos en Cisjordania y Gaza, se han acostumbrado a solucionar sus problemas cotidianos por medio de la violencia. Es poco probable que un soldado capaz de asesinar a un niño palestino sin ningún sentimiento de culpabilidad se comporte de forma civilizada con su propia familia. La violencia se vuelve contra quien la ejerce, cambia su carácter y, en gran medida, el carácter de la sociedad. Esto ha hecho de la violencia una ideología predominante en la sociedad israelí, la base misma sobre la que se construyó ejerciendo la violencia contra los palestinos nativos; de hecho, la continuación de su existencia como Estado en Oriente Próximo se ha convertido en gran parte dependiente de la violencia contra los palestinos.
Por lo tanto, sostengo que las elecciones israelíes que han llevado al poder a la ultraderecha, fascistas y criminales de guerra, refleja una grave crisis en una sociedad donde la cultura de la violencia, la fuerza y la guerra se ha convertido en uno de sus rasgos de comportamiento más evidentes, donde el conjunto de la cultura se basa en la glorificación de generales y valores militaristas, lo que ocurre, naturalmente, en detrimento de los valores de la tolerancia, la paz, la comprensión, etc.
Permítaseme, en primer lugar, discutir la tesis que adopta la teoría de la opresión como justificación del surgimiento del sionismo, la que veo como la madre legal del fenómeno fascista en el estado de Israel. Refuto la teoría de la opresión sobre la base de que otras comunidades han sufrido tanto como los judíos y no han desarrollado su propia forma de sionismo.
Existen numerosos ejemplos para sostener esta hipótesis. Los pueblos nativos de EEUU, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, de los que millones de personas fueron asesinadas y maltratadas durante siglos, no han desarrollado ninguna forma de sionismo. Los africanos eran tratados casi como infrahumanos, los encadenaban y los arrojaban a Europa en buques de esclavos sin ningún respeto por su humanidad. De hecho, éste fue sólo el comienzo de su prolongado sufrimiento, pero nadie ha oído hablar del «sionismo africano». Podemos comparar, por ejemplo, la reacción de ambas comunidades a la opresión. La respuesta del padre fundador del sionismo, Theodor Herzl, fue interiorizar la cultura del odio que sentó las bases de la cultura sionista, el plan para colonizar Palestina, para despojarla de su pueblo, para construir una base militar en Oriente Próximo que ha acabado convirtiéndose en un estado cuasi fascista.
La respuesta africana, como la formuló Martin Luther King, fue afirmar que los africanos, después de siglos de opresión, deben soñar con la libertad y la justicia y llegará el día en que «niños y niñas negras podrán unir las manos con niños y niñas blancas como hermanos y hermanas».
Las diferencias entre las dos ideologías están claras para cualquiera con un mínimo de sentido común:
El fruto de la política de Martin Luther King y la lucha afroamericana por la justicia ha desembocado en la elección de Obama y su discurso sobre el cambio, en tanto que el fruto político de Herzl y su discurso sionista se ha traducido en la elección del líder fascista Avigdor Lieberman y su programa de limpieza étnica de palestinos.
Hay que señalar sin embargo, que en el proceso de la creación del sionismo, no se implicaron todos los judíos; hubo una tendencia liberal (Haskalah) que nunca fusionó el judaísmo con el nacionalismo.
Los seguidores de la escuela de pensamiento Haskalah presionaron por la integración y consideraban que la emancipación de los judíos europeos sólo podría lograrse a través de la lucha, junto a otras fuerzas democráticas de Europa, por la justicia y la igualdad para todos los ciudadanos, en otras palabras, su enfoque radica en la lucha por la integración con la mayoría. Esta tendencia quería «cerrar» los guetos físicos y psicológicos de los judíos y alcanzar perspectivas más amplias e integradoras.
El sionismo representa exactamente lo contrario: judíos que quieren mantener una cultura de creación de guetos, pero con la diferencia de que los guetos se trasladaron de Europa a Oriente Próximo, y una forma de adquirir legitimidad por medio de convertir el judaísmo en una nacionalidad en lugar de limitarlo a una fe. Las dos principales fuentes de las que se benefició el sionismo fueron el movimiento de colonos en el llamado Nuevo Mundo y las teorías racistas del siglo XIX.
Así, la respuesta sionista a la cultura del antisemitismo reside en la identificación de sí mismo con la base de esa misma cultura a través del desarrollo de una ideología de odio hacia los demás y una cultura verbal y físicamente aterrorizadora hacia cualquiera que discrepa de ellos. Los sionistas se ven a sí mismos como los únicos poseedores de la verdad absoluta, y su interpretación de la historia judía se ha santificado hasta tal punto que nadie puede cuestionar su versión de los hechos. Su interpretación de la historia palestina se debe aceptar, insisten, como la única verdadera. Afirman, por ejemplo, que regresaron a Palestina después de 2000 años como si fuera un corto viaje de Londres a París, como si la historia palestina hubiera estado congelada hasta que llegaron «de vuelta» y como si esperasen que los palestinos los recibieran con rosas. Esto hizo del pensamiento sionista una mentalidad maquiavélica por excelencia, una total fusión del mito y la realidad, por una parte, pero por otro lado una separación total entre política y moral. Quieren robar las tierras palestinas, quieren asesinar a los palestinos, pero se ponen histéricos a la menor crítica. Así, el sionismo se defiende contra sus críticos con acusaciones de antisemitismo, simplemente porque los sionistas se reservan para sí el derecho de esconderse tras esas teorías que culpan a todo el mundo del «inimaginable y eterno sufrimiento judío».
El mejor ejemplo está en la respuesta sionista a la noción de antisemitismo. La respuesta natural de los oprimidos debería estar en el desarrollo de una postura firme contra cualquier tipo de racismo y discriminación. Eso es lo que hemos visto en la experiencia de la ANC en Sudáfrica, que tras el colapso del régimen de apartheid blanco se centró en la oposición a la discriminación y en la promoción de la tolerancia, lo que, naturalmente, es la respuesta que se espera de quienes han estado oprimidos. Sin embargo es raro encontrar la palabra tolerancia en la literatura sionista, lo que no es ninguna sorpresa si tenemos en cuenta que toda esa ideología se basa en el asesinato, el robo y la opresión, y que su literatura se ha creado para justificar y racionalizar su credo.

En realidad, los sionistas han adoptado la cultura fascista del odio en sustitución de la ideología nazi que sataniza a todos los judíos, con una ideología que sataniza a todos los demás, en otras palabras, se han convertido en «anti otros», «anti no sionistas» o «anti los que no están de acuerdo».
El beneficio de esto es obvio: culpabiliza a todo el mundo por el frecuentemente citado «eterno sufrimiento judío».

Continuará.....................................

Fuente: http://www.palestinechronicle.com/view_article_details.php?id=14851
Salim Nazzal es un historiador palestino-noruego especializado en Medio Oriente. Ha escrito extensamente sobre temáticas sociales y políticas de la región.

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